o El Dr. Jubera reflexiona sobre la ética de algunos famosos que prestan su imagen a empresas y/o clínicas de salud a cambio de pingües beneficios, pero que luego no se responsabilizan cuando esos negocios, por la razón que sea, cierran y abandonan a sus pacientes sin sus tratamientos ya pagados
Son muchas las empresas de salud/negocio que utilizan la imagen de personas más o menos famosas y no relacionadas con el ámbito sanitario como gancho para atraer a sus instalaciones a una población sensible a este marketing publicitario.
Todo ‘ok’ hasta ahí.
Es legítimo y todo el mundo se beneficia de la publicidad:
1) El famoso porque cobra un dinero fácil por solo prestar su imagen.
2) Las clínicas porque consiguen más pacientes: si fulanito o fulanita que tiene tanta ‘pasta’ va a esta clínica, será por algo…
3) Y el paciente porque se siente orgulloso de acudir a una clínica privada donde puede coincidir con ‘Iker’, ‘Jorge Javier’, etc.
El problema comienza cuando la clínica, por el motivo que sea, deja de prestar los servicios sanitarios contratados y ya abonados y abandona a los pacientes sin su tratamiento. Cuando ocurre algo de esto, siempre me pregunto si estos famosos se sienten afectados por el perjuicio que una clínica que ellos recomiendan ha originado o, una vez cobrados los honorarios, todo les resbala.
Sería bueno establecer las bases jurídicas para que personas que son capaces de influir en la población y recomiendan un determinado producto tengan su grado de responsabilidad en caso de originar un perjuicio en sus influenciados televidentes y radioyentes, e incluso deban responder económicamente ante un asunto de esta índole.
De esta manera, los famosos se pensarán muy mucho a qué clínica, crece-pelo, jabón o crema antiarrugas prestar su conocida cara y cobrar unos honorarios en la seguridad de que tal clínica o producto son de su total confianza y no una mísera mentira con la que engañar a la gente y obtener pingües y fáciles beneficios.
Ahí lo dejo.